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lunes, 24 de marzo de 2014

Puntualizando

Lo cierto  es que este blog se creó con la idea de hacer ver quién era yo, que quería, mis inquietudes acerca de lo que para un neófito como yo significaba una experiencia como la que comento o trato de vivir.

Una de las cosas que suelo hacer con aquellos que me contactan conmigo es redirigirles a mi blog, no por nada, simplemente porque creo que aquí se reflejan mucho mejor mis inquietudes que lo que pueda hacer con unos cuantos correos, saben quién soy, que pienso, mis deseos, mis fantasías, muchas cosas que se me pasan por la cabeza y otras que me transmiten en esos intercambios de correo con aquellos que responden a mis contactos. Decisión errónea, el blog asusta por su “franqueza”, buena parte de esos potenciales contactos entienden (es muy posible que yo me exprese mal, no lo descarto) el blog como mis deseos al pie de la letra o lo que yo quiero realizar.

Pues bien, dejadme  aclarar desde estas mismas páginas que no, esto no es un “catecismo” ni todo lo que se dice aquí es de “obligado cumplimiento” para aquellos que consideren en algún momento la posibilidad de conocerme.  En muchos sitios digo que esto se debe “negociar” o hablar entre todos los integrantes del grupo, es decir, los tres.

Creo que es obvio que cuando se plantea una relación a 3 bandas, todas y cada una de esas “bandas” debe vivir la experiencia como algo positivo, y cada uno tiene sus gustos y sus limitaciones o su forma de ver este tema. No es obligatorio que la hembra deba tener un hijo con el macho que cuide el cornudo, no es obligatorio que el macho cobre por los servicios de la hembra puntualmente, no es obligatorio que el macho ofrezca a la hembra a sus amigos, tampoco es obligatorio que el cornudo deba limpiar con la lengua la vulva de la mujer mientras sale por ella el semen del macho, tampoco es obligatorio que el cornudo sea enculado ni por el macho, ni por un amigo de este ni por su mujer con un arnés.

No hay nada obligatorio, salvo que la experiencia deje patente quien es el macho, quien el cornudo y quien la hembra. Ya digo, creo que en el primer post describí varios tipos de “cornudos” a los que simplemente  diferencia la profundidad de la experiencia.

Las fantasías son eso, fantasías, posibilidades, que pueden o no llevarse a cabo.
Un ejemplo extremo que es la mejor forma de hacerse entender; según las estadísticas, un porcentaje sorprendente (buscaré el dato y lo incluiré) de mujeres fantasean con la violación, pero  alguien piensa realmente que en el caso de que una de estas mujeres sea violada de verdad lo disfrutará. Pues eso, todos habéis adivinado la respuesta.

Pensemos en una pareja principiante a la que se le dice el primer día que el corneador cogerá a su mujer y se la llevará a un club de intercambio donde se la ofrecerá a 5 para que se la follen mientras el macho mira como lo hacen, y el cornudo espera a la puerta. La respuesta obvia, especialmente de ella, será que no. Esto, o se le dice que se vista con liguero, corpiño, tacones  y sin bragas y que vaya a una determinada dirección donde la estará esperando el macho y un par de hombres más que pagarán “x” euros al macho por follarsela…

Al final todo tiene su recorrido, cada uno de nosotros tiene unos límites y aquí de lo que se trata es de avanzar a esos límites sin sobrepasarlos necesariamente, porque sobrepasarlos implica experiencia negativa y la experiencia debe ser excitante para los 3 miembros que la experimentan. Además, esos límites variarán con el tiempo a medida que se de la confianza suficiente y se vayan liberando tabúes. El propio término de “emputecer” da una idea de lo que quiero decir. Podríamos definir “emputecer” como hacer que una mujer se convierta en puta, y ahí está el tema; el “convertir”, que implica un proceso… Y a nadie se le escapa que ese proceso no es automático, que necesita tiempo, paciencia y constancia. Y que seguramente la primera experiencia ella este un tanto cohibida por la presencia del marido-cornudo, porque será la primera vez, pero quizá sienta una excitación que no pensaba que iba a sentir, aunque seguramente la contendrá y no se liberara de prejuicios. A medida que se libere de esos prejuicios será cuando vaya avanzando hacia ese “emputecimiento” del que hablamos.

Pero es que estos procesos son lógicos, y además, una de las partes más excitantes de toda esta experiencia, y de cualquier otra experiencia no necesariamente sexual

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